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- Pekín ayuda a China, no al resto del mundo
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Con frecuencia, las profundas intervenciones económicas que llevan a cabo grandes economías asiáticas como China o Japón son objeto de críticas. El argumento habitual es que la libertad de mercado, junto con una escasa presencia del Estado en la economía, suele generar más prosperidad a largo plazo, una teoría que se ve confirmada en gran medida por la historia económica. Sin embargo, lo que no está tan claro es que solo China intervenga en su economía mientras los países occidentales dejan que sus mercados operen libremente.
Durante la crisis de la COVID-19, fueron precisamente los países industrializados de Occidente los que llevaron a cabo las mayores intervenciones con la puesta en marcha de programas de estímulo gubernamentales. Esto resulta evidente, por ejemplo, en la evolución de los balances presupuestarios estructurales que publica el Fondo Monetario Internacional. Como muestra nuestro Gráfico de la Semana, los países europeos, y sobre todo Alemania, han sostenido sus respectivas economías con masivas ayudas fiscales.
No cabe duda de que, en los peores momentos de la pandemia, nos asomamos al abismo económico. Las restricciones impuestas para combatir la pandemia no tuvieron precedente, al menos en tiempos de paz. Por eso, es comprensible que se recurriese al gasto público para limitar el coste económico, pero también social, de la crisis.
Variación estimada del balance presupuestario estructural, 2019-2022
¿Las autoridades económicas chinas se han comportado de forma pasiva esta vez? En absoluto, señala Elke Speidel-Walz, Chief Economist Emerging Markets en DWS. En los últimos años, el gobierno chino ha desarrollado instrumentos más eficientes para estimular de forma focalizada sectores concretos de la economía. Speidel-Walz subraya el creciente énfasis en la inversión en tecnología y descarbonización. El reverso para la economía mundial es que, ahora, los estímulos chinos benefician principalmente a la economía china, y no tanto al resto del mundo. Lo que, a su vez, implica que, cuando hace falta –como durante la crisis de la COVID-19– los países occidentales tienen que rascarse el bolsillo.
Fuentes: Fondo Monetario Internacional, base de datos de las Perspectivas de la Economía Mundial, DWS Investment GmbH a octubre de 2021.