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- Combatir la desigualdad con una hoja de cálculo
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El 20 de febrero es el Día Mundial de la Justicia Social. El mundo actual está plagado de desigualdades, desde el acceso a los alimentos, la educación y la sanidad hasta nuestra forma de trabajar o de criar a nuestros hijos. Estas diferencias sociales afectan al crecimiento económico de formas que pueden durar generaciones. Pensemos, por ejemplo, en las desigualdades que han quedado patentes durante la pandemia de COVID-19, sobre en lo que se refiere a las oportunidades educativas de los niños de diferentes países y entornos familiares.
Nuestro Gráfico de la Semana presenta una forma particularmente útil de entender estas cuestiones. Popularizado por Alan Krueger hace una década, el gráfico muestra que los países con un alto grado de desigualdad de rentas también tienden a registrar una menor movilidad económica (o social) entre generaciones.[1] El primer dato se mide con el coeficiente de Gini, donde 0 representa una distribución perfecta de las rentas. El segundo dato toma como punto de partida la elasticidad intergeneracional de las rentas, que mide hasta qué punto las rentas de los progenitores durante el periodo de crecimiento de sus hijos explican las rentas de la generación siguiente.[2]
La curva del Gran Gatsby
Fuentes: Base de datos de desigualdad mundial (WID), Base de Datos Mundial sobre Movilidad Intergeneracional (Banco Mundial), DWS Investment GmbH a diciembre de 2021.
* Rentas de mercado equivalentes ponderadas de 2018 o el último valor disponible.
** Movilidad intergeneracional en términos de renta; un número bajo indica una menor movilidad social.
Quizás de forma un tanto irónica, Krueger bautizó esta fuerte correlación negativa entre la desigualdad de rentas y la movilidad social como «la curva del Gran Gatsby».[3] Su argumento era que, con independencia de su validez histórica, el sueño americano de convertirse en millonario estaba, cada vez más, fuera del alcance de un número creciente de niños estadounidenses. Por eso, resultaba urgente encontrar las razones contemporáneas que explicasen la desigualdad de rentas existente entre los progenitores.[4] Si no se tomaban medidas, los niveles de desigualdad de rentas de 2012 generarían más desigualdad en las siguientes generaciones y, de forma más inmediata, podrían provocar todo un abanico de problemas sociales, económicos y políticos, desde una reacción populista contra los supuestos daños derivados de la globalización y la inmigración hasta cambios fiscales potencialmente perjudiciales.
Por desgracia, la política estadounidense ha hecho realidad estos temores. ¿Pero hasta qué punto los políticos estadounidenses y de otros países podrían hacerlo mejor a la hora de combatir la desigualdad en sus respectivos territorios? Al fin y al cabo, la curva del Gran Gatsby sugiere que, a muy largo plazo, reducir la desigualdad y mejorar la movilidad social no son objetivos enfrentados, sino complementarios. No obstante, determinar cómo puede mejorar en ambos aspectos un país concreto requiere realizar numerosos análisis en profundidad y tener algo de suerte (o, a veces, de mala suerte). Las diferentes formas de responder a los mismos shocks nos aportan nuevos datos y representan una oportunidad para averiguar qué funciona.
En este sentido, Krueger seguramente habría bendecido la forma en que los países ricos han aprendido unos de otros a la hora de enfrentarse a las consecuencias de la pandemia, como, por ejemplo, los programas subvencionados de regulación temporal de empleo, inspirados en los Kurzarbeitergeld alemanes. Sin duda, en los próximos años habrá quien analice cuidadosamente los datos para identificar qué funcionó y qué no lo hizo. Desafortunadamente, encontrar inspiración en otros países suele ser la parte más sencilla, sobre todo para los países en desarrollo. Intentar copiar, por ejemplo, el sistema educativo, el mercado laboral o las instituciones sociales de Finlandia no resulta fácil, ni siquiera para otros países con un nivel similar de rentas. Aun así, comprender las causas subyacentes de los problemas a los que nos enfrentamos suele resultar muy útil a la hora de diseñar o de ajustar las respuestas políticas más adecuadas. En la lucha por la justicia social, las hojas de cálculo y los experimentos naturales pueden ser herramientas ciertamente poderosas.