11.05.2021 Sostenibilidad

De la freidora al depósito

¿Cuándo van a utilizar los aviones bioqueroseno para volar? ¿Cuándo seremos capaces de utilizar la biomasa como combustible para los vehículos y barcos? Las empresas están investigando a toda velocidad para conquistar este mercado, caracterizado por su respeto al medio ambiente.

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Una parada rápida con el coche en un restaurante de comida rápida hace que, de forma imperceptible, los consumidores de este tipo de alimentos se estén convirtiendo en parte de la economía circular: mientras esperan su pedido en la zona de para vehículos, el aceite de freír se está acumulando en la parte de atrás del restaurante. Este líquido va a otro tipo de refinería, donde una tecnología especial convierte la grasa de la freidora en diésel, que luego irá a los depósitos de todo tipo de vehículos -incluyendo aquellos que se encargan de recoger la propia grasa de la freidora-. Ahora mismo, la calidad de este combustible es tan buena que ya no necesita añadirse al diésel convencional, sino que lo puede sustituir al 100%. Comparado con el gasóleo fósil, las emisiones de dióxido de carbono son entre un 30% y un 80% más bajas.

El diésel renovable es una opción para la tierra, el mar y el aire

Los productores señalan que la huella de carbono se puede reducir de forma significativa si el combustible reciclado se hace, en su totalidad, a partir de desechos y materiales de residuo. Esto es todavía un objetivo, no una realidad. De acuerdo con sus propias afirmaciones, las empresas líderes en tecnología ya están alcanzando una cuota del 80%. En este sentido, y para alcanzar el 100% mientras se cumple con los requisitos de calidad de los consumidores finales, los materiales de desecho deberán ser bien procesados y limpiados antes de utilizarse en la producción de diésel renovable.

En el futuro, el combustible también podría utilizarse para los viajes aéreos y la navegación. Dejando a un lado los efectos actuales del coronavirus sobre la economía global, la aviación comercial es, por lo general, la responsable de cerca de un 3% de las emisiones de dióxido de carbono. El transporte marítimo también emite grandes cantidades de CO2, dado que un 90% de los bienes que se comercializan y de las materias primas se transportan por mar.

Los residuos urbanos y las algas se convierten en combustibles alternativos

Muchos productores de combustibles renovables ya están trabajando con las industrias de tráfico marítimo y de aviación para poner a prueba el uso de combustibles alternativos. Mientras los barcos necesitan un tipo de combustible bajo en azufre, los motores aéreos solo han sido capaces de aguantar un máximo de un 50% de mezcla de combustible renovable. Para seguir siendo competitivas y, al mismo tiempo, mejorar la huella climática, las compañías ya están investigando qué otras materias primas renovables se pueden utilizar en su producción. Así, y por citar un ejemplo, para la aviación, las algas y los residuos urbanos son alternativas de combustibles que se pueden extender. 

No obstante, y para generalizar el uso de combustibles alternativos, también habrá que ver qué grado de cooperación van a tener los operadores de las refinerías con los principales proveedores de combustible y con las empresas de abastecimiento de este material para asegurar que haya disponibilidad en los aeropuertos, los puertos marítimos y las estaciones de servicio a granel.

Los combustibles fósiles ya están ahorrando millones de toneladas de CO2

Otra fuente de esperanza es la lignocelulosa, la pared de células de las plantas lignificadas. Este biopolímero complejo es una materia prima atractiva para la producción de combustibles y químicos, pero es difícil de extraer. Si una empresa lograse desarrollar un procedimiento efectivo para realizar esta extracción, el uso comercial de la biomasa se catapultaría a un nuevo nivel. Esto se debe a que, hasta ahora, principalmente frutos como la cebada y el maíz, es decir, productos alimenticios potenciales, se han utilizado como materias primas, como es el caso del bioetanol, que está sujeto a un debate muy controvertido.

Con las nuevas tecnologías de base bio de los combustibles, las empresas están haciendo una contribución significativa hacia una huella climática mejorada. En este contexto, por ejemplo, uno de los proveedores líderes estima que sus productos renovables habrán reducido las emisiones de dióxido de carbono en 10 millones de toneladas métricas en 2020. Esto es equivalente a las emisiones anuales de CO2 producidas por 3,7 millones de vehículos privados.

 

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