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- Agitación social y los alimentos que consumimos
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El 3 de febrero, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) publicará su estimación de la inflación del precio de los alimentos para comienzos de 2022. Veremos hasta qué punto el rápido aumento de precios registrado a lo largo de 2021 alcanza niveles que no veíamos desde hace una década.
Aunque las subidas de precios han afectado a todo tipo de alimentos, han sido particularmente acusadas en el caso de cereales como el arroz, el trigo y el maíz y de aceites vegetales como el aceite de palma, que se usan para elaborar algunos de los alimentos más populares del mundo, como pizza o helado.
El fuerte repunte de los precios de los alimentos ha afectado a toda la cadena de valor, ya que diversos fenómenos meteorológicos extremos han dañado las cosechas en regiones productoras como Australia o Brasil. Unos costes de transporte al alza y los problemas que han experimentado las cadenas de suministro han encarecido y dificultado llevar los productos hasta los consumidores y, por último, es posible que la pandemia haya fomentado la demanda y acumulación de alimentos.
Las subidas de precios han afectado a todo tipo de alimentos
Los precios de los alimentos vuelven a estar en máximos de varias décadas
Fuentes: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), DWS Investment GmbH a 25/1/2022.
Aunque los efectos negativos de la COVID-19 y los problemas de las cadenas de suministro se acabarán resolviendo con el tiempo, es probable que los riesgos ligados al cambio climático sean más persistentes. Estos riesgos se están viendo exacerbados, además, por la falta de biodiversidad de los alimentos que consumimos, ya que más del 75% de la comida que se consume en el mundo se elabora con solo doce plantas y cinco especies de animales. Esta escasa biodiversidad es reflejo de la expansión de los sistemas agrícolas industriales y la globalización del sistema alimentario, que han fomentado una alimentación más uniforme, con la consecuente pérdida de diversidad gastronómica. De hecho, la producción agrícola se concentra en muy pocos países, entre los que destacan EE. UU. y China, seguidos de la India, la UE y Brasil. Como es de suponer, esta situación nos expone a un alto riesgo en caso de pérdida de cultivos, ya sea por fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático (sequías, inundaciones, etc.) o como resultado de alguna plaga que afecte a la producción agrícola de una o varias de las principales regiones productoras.
Pero el aumento del precio de los alimentos también entraña riesgos de carácter social. Según un estudio del FMI de 2011 que analizó la relación entre la inflación del precio de los alimentos y las manifestaciones contra el gobierno registradas en 120 países entre 1970 y 2007, un aumento de precios del 10% provocó que las protestas se duplicasen en los países de renta baja, donde los alimentos representan un elevado porcentaje del gasto personal. Ahora que el índice de precios de los alimentos ha vuelto a los niveles de la Primavera Árabe, ya no son solo los bancos centrales los más interesados en controlar la inflación de precios.