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- Restricción de préstamos, más que crisis crediticia
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Mucho antes del COVID-19, los economistas que estudian los pánicos de los mercados financieros ya habían empezado a inspirarse en los modelos biológicos de las enfermedades infecciosas[1]. Podría decirse que este enfoque ha permitido que los reguladores comprendan mejor cómo funcionan las redes de contagio financiero, por qué es importante la estructura de los sistemas financieros complejos y qué medidas pueden adoptar para mitigar y gestionar las crisis.
Esto explica la confianza generalizada en la resiliencia del sistema cuando Silicon Valley Bank colapsó hace unas semanas. Sin embargo, la realidad siempre es más complicada. Los investigadores familiarizados con el modelado de enfermedades infecciosas y contagios financieros suelen comparar el estado actual de estos últimos con el punto en el que estaba la epidemiología en los 1970 y 1980: mucha información teórica, pero también muchos interrogantes sobre la mejor forma de aplicarla en la práctica[2]. Otra razón de peso para confiar en los bancos europeos es que muchos acaban de superar una década bastante complicada. Desde 2014, bajo la supervisión del Banco Central Europeo (BCE), las entidades se han visto obligadas a financiar sus préstamos con más capital. Además, y quizás igual de importante, el sentimiento constante de que podrían surgir problemas en cualquier momento probablemente ha ayudado a frenar los excesos[3].
Los préstamos ya empiezan a restringirse en la eurozona
Hasta el momento, parece los bancos europeos están llevando bastante bien el ajuste monetario del BCE. Los tipos de interés hipotecarios se han duplicado, lo que ha provocado una reducción de la demanda de nuevos préstamos. Como muestra nuestro Gráfico de la Semana, el número de préstamos en circulación sigue creciendo, pero los datos del BCE publicados esta semana revelan que los nuevos préstamos para la compra de vivienda se han reducido sustancialmente. Es probable que una política monetaria más restrictiva en general debilite las dinámicas de crédito y que los préstamos en circulación también disminuyan en los próximos meses.
Deberíamos tener más detalles próximamente, sobre todo cuando se publique la encuesta sobre préstamos bancarios a finales de abril. «Dada la restricción de la política monetaria y las tensiones en el sector bancario, anticipamos que las condiciones de crédito se endurecerán aún más», señala Ulrike Kastens, economista sénior para Europa en DWS. Como las economías de la eurozona dependen en gran medida de los bancos, este endurecimiento será necesario, además, para que la inflación regrese al nivel objetivo del BCE, por debajo del 2%.
Lógicamente, existen riesgos. El marco regulatorio y el mecanismo de resolución bancaria de la Unión Europea arrastran importantes deficiencias y la ansiada unión bancaria sigue sin completarse. Los procedimientos de insolvencia, por ejemplo, varían enormemente de un Estado miembro a otro y un gran número de actores podrían ejercer su veto y entorpecer la toma de decisiones, sobre todo en los rescates de bancos más pequeños[4].
Como ocurre con cualquier tipo de nueva regulación, las buenas intenciones con las que se diseñan tendrán efectos inesperados e inevitables sobre el comportamiento, quizás en los rincones más remotos de Europa o en el sistema financiero mundial, fuera del control de la supervisión regulatoria[5]. No obstante, parece que, al menos por ahora, Europa logrará evitar una crisis crediticia en la que muchos bancos dejen de prestar de forma simultánea.