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- Inflaciones divergentes en Europa
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Uno de los inconvenientes de tener una moneda común es que dificulta la gestión de los choques asimétricos. Los países miembros pierden su capacidad de utilizar la política monetaria para reaccionar cuando algún acontecimiento sorprendente golpea de forma diferente a las economías de una zona de moneda común, o cuando la magnitud y la duración de un choque varían. La eurozona acaba de sufrir tres choques de este tipo: Covid-19, las consiguientes interrupciones de la cadena de suministro mundial y las perturbaciones energéticas tras la guerra a gran escala de 2022 de Rusia contra Ucrania[1].
Teniendo en cuenta la magnitud de estos retos -por no mencionar las numerosas distorsiones relacionadas en la medición de los datos económicos - el Banco Central Europeo (BCE) parece estar afrontándolos razonablemente bien, al menos por ahora. Si bien es cierto que tardó en detectar las señales de alarma inflacionistas, últimamente parece haberlo hecho mejor. Tras una serie tan diversa de perturbaciones que han afectado a un grupo todavía muy heterogéneo de economías en su mayoría nacionales, encontrar respuestas políticas comunes que parezcan estar volviendo a encarrilar la zona del euro ya debería considerarse un logro.
Rango de inflación en la Eurozona
* medido por el Índice Armonizado de Precios de Consumo (IAPC)
Fuente: Haver Analytics Inc. Datos a 05/01/24
Nuestro Gráfico de la Semana muestra las tasas de inflación del conjunto de la Eurozona desde 2016, medidas por el Índice Armonizado de Precios de Consumo (IAPC), así como la horquilla entre el país con la tasa de inflación más baja y el de la más alta en cada momento. En diciembre de 2023, las tasas de inflación oscilaban entre el 0,5% de Italia y Bélgica y el 6,6% de Eslovaquia. El gráfico también muestra cómo y cuándo aumentó la inflación. Igualmente llamativo es el rango creciente entre las tasas de inflación de los distintos miembros de la Eurozona desde el inicio de la pandemia en 2020.
Las razones son fáciles de determinar. Los cierres patronales relacionados con la pandemia y los programas gubernamentales de apoyo variaron enormemente entre los distintos países miembros, al igual que la exposición a las interrupciones de la cadena mundial de suministro y la dependencia de las importaciones rusas de energía. Dentro de la Eurozona existe una gran diversidad, no sólo en términos de desarrollo económico, sino también la combinación de fuentes de energía que varía de un país a otro, la proporción de sectores sensibles a la pandemia como el turismo o el peso de los alimentos y la energía en las cestas nacionales del IAPC. Más sutilmente, en lo que se refiere a los efectos de segunda ronda, los países difieren mucho en cuanto a la rapidez con la que se ajustan los mercados laborales, así como en la forma en la que los alquileres, las prestaciones sociales, los precios regulados y los impuestos responden a la inflación.
"Esto no facilita el trabajo del BCE, sobre todo porque los políticos siempre intentan ejercer su influencia", argumenta Ulrike Kastens, Economista Senior para Europa de DWS. "Pero el riesgo de inflación está lejos de desaparecer, especialmente debido al aumento de los salarios en pesos pesados de la economía como Alemania".