- Inicio »
- Mercados y Estrategias »
- Mercados »
- Perspectivas de mercado »
- Gráfico de la semana »
- Cómo hacer que la revolución del coche eléctrico funcione
3 minutos de lectura
Una de las consecuencias inesperadas de la invasión rusa de Ucrania ha sido la aceleración de la transición ecológica. En comparación con los pronósticos previos a la guerra, el aumento del precio de los combustibles fósiles provocado por el conflicto, junto con las generosas ayudas públicas en áreas como los coches eléctricos podrían recortar en hasta 10 años el tiempo necesario para reducir las emisiones globales de CO2 derivadas de la combustión energética, según algunos expertos[1]. Estas predicciones tan optimistas responden a un rápido cambio en las prioridades políticas. Sin embargo, conviene tener muy presente que, en la práctica, sigue habiendo importantes obstáculos.
El transporte, en general, y los coches eléctricos, en particular, representan un buen ejemplo. A ambos lados del Atlántico, las estaciones de carga públicas son cuellos de botella potenciales para la adopción generalizada de los coches eléctricos[2]. Europa, que cuenta con más coches eléctricos y con una mayor densidad de población que, con frecuencia, vive en apartamentos donde es difícil instalar puntos de carga privados, ilustra tanto los retos como las posibles soluciones. El sector europeo del transporte genera actualmente el 26% de las emisiones de CO2 del continente, frente al 10% a principios de los 1970[3]. De hecho, el transporte es el único de los grandes sectores que ha registrado un aumento de las emisiones en los últimos 30 años[4]. Descarbonizar el transporte europeo representa, por lo tanto, un pilar esencial del Pacto Verde Europeo[5]. Dentro del sector del transporte, el transporte rodado concentró el 77% de las emisiones de todo el sector en 2020[6].
La infraestructura de carga de coches eléctricos está atrayendo más inversión, pero las tendencias varían significativamente entre países
*2023 incluye todas las transacciones en curso
** Otros incluye a todos los países en los que el valor de las operaciones no superó los 500 millones de euros al menos un año
Fuentes: Infralogic, febrero de 2023; DWS Investment GmbH a 12/4/2023.
A nivel mundial, la Unión Europea dispone de muy pocas estaciones de carga en relación con su flota de coches eléctricos[7]. A menos que las políticas y las prácticas de negocio cambien de forma significativa, esta divergencia podría seguir ampliándose. Aun así, también hay algunos aspectos positivos, como recoge nuestro Gráfico de la Semana. Entre los países europeos, Países Bajos destaca en lo que se refiere al despliegue de infraestructura para coches eléctricos y al número de operaciones. Pese a que representa menos de una décima parte de la flota de coches eléctricos de la UE, concentra casi un tercio de toda la infraestructura de recarga de la región[8]. Al adoptar un enfoque proactivo centrado en la demanda futura, Países Bajos ha creado, además, un mercado para la inversión en infraestructuras. Otras historias de éxito incluyen a España, Portugal y Polonia, que han optado por instalar más puntos de carga rápida que pueden dar servicio a un mayor número de coches eléctricos en comparación con los puntos de carga lenta.
Es urgente que se generalice la adopción de estrategias similares, lo que no solo requerirá invertir en estaciones de carga, sino, también, en mejorar los sistemas de distribución eléctrica, en transformadores para movilidad eléctrica y en ampliar la capacidad de generación de energía renovable, lo que crea numerosas oportunidades para la inversión de capital privado. Los puntos de carga de coches eléctricos son un nicho especialmente interesante en términos de asignación a una cartera de infraestructuras, ya que ofrecen rentabilidades a largo plazo defensivas y poco volátiles, así como un floreciente mercado secundario.