22.08.2022 Gráfico de la semana

Demasiado bueno: las ayudas contra los efectos del Covid

No cabe duda de que, en momentos de crisis, las ayudas gubernamentales son bienvenidas. Sin embargo, no salen gratis, como demuestra la inflación estadounidense.

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No se puede decir que los expertos en comunicación de la Casa Blanca no son valientes. Bautizar el paquete de estímulos firmado por Joe Biden esta semana (16 de agosto) «Ley para la Reducción de la Inflación» (Inflation Reduction Act o IRA), es, sin duda, arriesgado. El nombre apunta directamente a una de las mayores preocupaciones de los estadounidenses, lo que dificulta que los republicanos se opongan. ¿Quién no querría reducir la inflación? Pero también podría hacernos pensar que no es más que un truco de marketing.

 

Si nos fijamos bien, es fácil entender por qué hay quien opina que esta ley tan general es una versión light del programa Build Back Better (BBB), el multibillonario plan de gasto propuesto por la administración Biden que finalmente no logró salir adelante en el Congreso. La IRA contiene muchas medidas relacionadas con gasto público, inversión en infraestructuras, fiscalidad y políticas sanitarias y medioambientales, y muy pocas contra la inflación.[1] Aun así, según las estimaciones del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB),[2] esta ley permitirá reducir 305.000 millones de dólares de deuda nacional en diez años, superando así una de las principales objeciones con las que se encontró el BBB, que sí habría incrementado sustancialmente la deuda nacional.

 

¿Otra ronda? La renta disponible ha rebotado dos veces en EE. UU. Primero se ahorró, luego impulsó el consumo. ¿Qué será lo siguiente?

Gráfico Chart 22.08.2022.png

Fuentes: U.S. Bureau of Economic Analysis (BEA), DWS Investment GmbH a 17/8/2022.

 

Curiosamente, los dos grandes programas de ayuda contra los efectos del covid que se aprobaron en 2020 y 2021 no se preocuparon mucho por la deuda gubernamental o la inflación. «A lot helps a lot» («mucho ayuda mucho») fue el lema con el que el gobierno intentó entonces abordar el que era el mayor problema en aquel momento: en dos meses, 30 millones de personas solicitaron prestaciones por desempleo.[3] Los hogares fueron los más beneficiados por los generosos paquetes de ayuda y, como ilustra nuestro Gráfico de la Semana, estas dádivas gubernamentales superaron con creces la pérdida de renta agregada de las familias.

 

Aunque a los consumidores estadounidenses les encanta gastar, casi no pudieron hacerlo durante el confinamiento, lo que disparó la tasa de ahorro. El frenesí consumista tuvo que esperar hasta la primavera de 2021, cuando el miedo al covid empezó a remitir y la economía se recuperó, avivando la inflación. La demanda acumulada y una oferta aún a medio gas justificaron la narrativa sobre la naturaleza temporal de la inflación. Sin embargo, esta inflación temporal acabó convirtiéndose en la más alta de los últimos 40 años, lo que ha obligado a la Fed a endurecer sustancialmente su política monetaria desde principios de año.

 

¿Y qué piensan los mercados de todo esto? Bueno, parecen menos preocupados por la inflación que los consumidores. Las expectativas de inflación implícitas que reflejan los bonos del Tesoro estadounidense ligados a la inflación para los próximos diez años han pasado de superar el 3% en abril a caer por debajo del 2,5% en la actualidad. La brecha con respecto a la inflación registrada es más amplia que nunca [4], lo que nos indica que el mercado sigue creyendo que la inflación es temporal. Y lo cierto es que el índice de precios al consumo (IPC) se ha moderado últimamente: tras alcanzar el 9,1% en junio, cayó hasta el 8,5% en julio. De hecho, la tasa de inflación básica lleva reduciéndose desde marzo, aunque muy poco a poco. Los mercados estiman que el tipo de interés de referencia de la Fed tocará techo en el 3,7% en marzo del año que viene y sitúan la primera bajada de tipos en la segunda mitad de 2023.

 

Creemos que están siendo demasiado optimistas. «En nuestra opinión, la desaceleración que se espera que experimente la economía estadounidense el año que viene no bastará para disipar el temor a la inflación. Los inversores y los consumidores probablemente tendrán que lidiar con la inflación durante bastante tiempo», concluye Christian Scherrmann, economista para EE. UU. en DWS.

 

 

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1. Únicamente las tres medidas orientadas a reducir los costes sanitarios tienen un claro mandato deflacionario.

2. https://www.crfb.org/blogs/whats-inflation-reduction-act

3. En Europa, mecanismos como los programas subvencionados de regulación temporal de empleo (conocidos como «Kurzarbeitergeld» en Alemania), suavizaron el impacto de la crisis en las rentas, por lo que no hizo falta que los paquetes de ayuda fuesen tan grandes como en EE. UU.

4. Los datos se remontan a 1997.

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